El Susurro de las Páginas
Sofía caminaba por las calles empedradas de aquella ciudad antigua, donde cada esquina parecía guardar un secreto. Una tarde, mientras la luz dorada del atardecer bañaba los tejados, descubrió una pequeña librería escondida entre dos edificios. El letrero, gastado por el tiempo, apenas dejaba leer: "El Rincón de las Letras Olvidadas".
Intrigada, empujó la puerta de madera que emitió un suave crujido. El interior estaba iluminado por lámparas cálidas, y el aroma a papel envejecido y café recién hecho llenaba el aire. Detrás del mostrador, un anciano de mirada amable la saludó con una sonrisa.
—Bienvenida —dijo con voz serena—. Aquí encontrarás más que libros; hallarás historias esperando ser contadas de nuevo.
Sofía recorrió los estrechos pasillos, acariciando los lomos de los libros. Uno en particular llamó su atención: un cuaderno de tapas azules sin título. Al abrirlo, encontró sus páginas en blanco excepto por una frase en la primera hoja: "Escribe aquí tu historia".
Sintió un impulso irrefrenable de plasmar sus pensamientos. Se sentó en una mesa junto a la ventana, tomó una pluma antigua que descansaba allí y comenzó a escribir. Las palabras fluían como si siempre hubieran estado esperando ese momento.
Horas después, al levantar la vista, notó que otros se habían reunido a su alrededor, cada uno con un cuaderno similar. Compartían sonrisas, relatos y sueños. El lugar se había transformado en un refugio para almas creativas.
El anciano se acercó y susurró:
—Este es el poder de las letras: unir corazones y crear mundos. Siempre habrá un espacio para tu voz en este rincón.
Desde ese día, Sofía regresó cada tarde. La librería se convirtió en un segundo hogar, y sus escritos, en puentes que la conectaban con otros. Comprendió que las historias no solo se leen o se escriben; también se viven y se comparten.
Gracias por dejarme tu valoración.
El Susurro de las Páginas
Sofía caminaba por las calles empedradas de aquella ciudad antigua, donde cada esquina parecía guardar un secreto. Una tarde, mientras la luz dorada del atardecer bañaba los tejados, descubrió una pequeña librería escondida entre dos edificios. El letrero, gastado por el tiempo, apenas dejaba leer: "El Rincón de las Letras Olvidadas".
Intrigada, empujó la puerta de madera que emitió un suave crujido. El interior estaba iluminado por lámparas cálidas, y el aroma a papel envejecido y café recién hecho llenaba el aire. Detrás del mostrador, un anciano de mirada amable la saludó con una sonrisa.
—Bienvenida —dijo con voz serena—. Aquí encontrarás más que libros; hallarás historias esperando ser contadas de nuevo.
Sofía recorrió los estrechos pasillos, acariciando los lomos de los libros. Uno en particular llamó su atención: un cuaderno de tapas azules sin título. Al abrirlo, encontró sus páginas en blanco excepto por una frase en la primera hoja: "Escribe aquí tu historia".
Sintió un impulso irrefrenable de plasmar sus pensamientos. Se sentó en una mesa junto a la ventana, tomó una pluma antigua que descansaba allí y comenzó a escribir. Las palabras fluían como si siempre hubieran estado esperando ese momento.
Horas después, al levantar la vista, notó que otros se habían reunido a su alrededor, cada uno con un cuaderno similar. Compartían sonrisas, relatos y sueños. El lugar se había transformado en un refugio para almas creativas.
El anciano se acercó y susurró:
—Este es el poder de las letras: unir corazones y crear mundos. Siempre habrá un espacio para tu voz en este rincón.
Desde ese día, Sofía regresó cada tarde. La librería se convirtió en un segundo hogar, y sus escritos, en puentes que la conectaban con otros. Comprendió que las historias no solo se leen o se escriben; también se viven y se comparten.
Gracias por dejarme tu valoración.